No puede decirse ahora que por culpa del gobierno municipal hay 10 mil personas en evidente peligro. El riesgo es porque desde hace algunos años laderas de Armenia se han convertido en sitios en los que se afincan familias a desafiar la tragedia.
Por supuesto que esto no ocurre sólo en la capital quindiana. Las condiciones topográficas de numerosos municipios en Colombia son similares y esos neurálgicos puntos urbanos terminan siendo la fase final de movimientos migratorios que se dan entre familias pobres de la misma región o de la ciudad y que terminan estableciendo sus residencias en estos sitios de ladera. El terremoto del 25 de enero de 1999 puso en evidencia lo grave de la situación y el gobierno con el Fondo para la Reconstrucción y Desarrollo del Eje Cafetero Forec y con las administraciones locales de los municipios mayormente afectados hizo lo que estuvo a su alcance en materia de vivienda. Con muchos tropiezos, a pesar de la salomónica solución, porque de no haber sido por el modelo creado por el gobierno, los errores del Forec se hubieran multiplicado quién sabe por cuántos centenares de veces y entonces todavía estaría la zona afectada por el sismo recogiendo escombros. ¿Se imaginan los dineros de la reconstrucción en las tesorerías de los municipios y departamentos? ¡Sálvanos Dios!
Los carteles del contratismo en Colombia hubieran llegado antes y habrían hecho panochas con los recursos públicos, se habrían desgranado las posibilidades del proceso que mal que bien alcanzó a salir y a reconstruir lo físico que derrumbó el sismo.
Hoy existen cerca de 40 puntos críticos en la ciudad, lugares en los que amenaza el crudo invierno aumentado por el fenómeno de ‘La Niña’. La remoción de masas es latente en la mayoría de estos lugares y obviamente el peligro es una constante. Hoy la administración a través de la Oficina Municipal para la gestión del riesgo está trabajando en la prevención de tragedias. 4.200 familias han estado en proceso de evacuación.
Ahora bien, el mayor peligro lo tiene el municipio de Armenia en más de 30 barrios populares, verbigracia La Curva del Diablo, Santa Helena, Milagro de Dios, El Recuerdo, Belencito Bajo, Santander, Gaitán Bajo, La Unión Baja, La Florida, el sector conocido como La Playita en el sitio de La María, el 19 de enero, Bolívar Norte, La Secreta Baja, Balboa, Florida Norte, Antonio Nariño, Las Acacias, Belencito, La Grecia, Arco Iris, San Diego, Manuela Beltrán, La Unión, Villas de las Américas, La Patria, Miraflores Bajo, San Nicolás y Patio Bonito Bajo, aunque hay más zonas de riesgo, pero a no pocos de los habitantes de esos lugares, desafortunadamente su suerte parece importarles poco. Hay quienes se resisten a salir de esos puntos cuando las autoridades plantean la necesidad de evacuar.
Armenia tiene 53 quebradas y en la mayoría, cada que se inicia una temporada invernal se crean riesgos que atentan contra la vida de numerosas familias. En invierno hay que estar disparando alertas independientemente si se trata de un fenómeno especial como el de ‘La Niña’ en una época en la que se encuentran el invierno común y corriente y la nueva actividad que se produce por la naturaleza.
Se habla de medidas de prevención, pero qué tipo de medidas. Las alertas, obviamente que sí. Los llamados de la autoridad, las apariciones de los organismos de socorro a los puntos más vulnerables y obviamente peligrosos, pero no se pueden resolver los problemas, entre otras cosas, por el caso omiso de las familias en riesgo. No hay colaboración ciudadana, como no existe en el caso de las inundaciones que se presentan cuando se tapa el sistema de alcantarillado. Toda la vida se ha dicho en Armenia que cuando se inundan sus vías, en numerosos sitios de la ciudad, la culpa más que de las lluvias es de los ciudadanos que le hacen un mal manejo a las basuras. No hay sentido de pertenencia, no se nota amor por la ciudad, pocos seres humanos demuestran interés por lo que es de todos y mientras tanto, en medio de este invierno, cerca de diez mil personas están en peligro.