Ahora la ciudad está más cerca de la fecha en la que se vence el convenio entre Empresas Públicas de Armenia y Servigenerales, para la prestación del servicio de aseo y otros complementarios.
Durante la administración de Mario Londoño Arcila amplios sectores rechazaron lo que se entendió como la privatización de un servicio que le fue rentable a EPA, pese a que por muchos años el clientelismo político elevó los costos operacionales del servicio y estimuló el ocio de protegidos políticos y de sindicalistas a quienes poco importaba la eficiencia de los servicios públicos. En todo caso dejó mucho que desear hace casi nueve años la entrega operacional del servicio de aseo por parte de Empresas Públicas de Armenia.
La administración de Armenia está obligada a asumir con responsabilidad, buen criterio, honestidad y absoluta transparencia el análisis al estado actual de los servicios públicos. Se necesita más de reflexiones que de pasiones. Reflexionar como una actitud para que se pueda caer en cuenta de lo que podría ganar EPA de continuar el estado actual o para ver lo que podría perderse en perjuicio no sólo del músculo y robustez de empresas, sino de los más de 80 mil usuarios que tiene el municipio de Armenia.
Es fundamental la honradez administrativa en el estudio del tema y al momento de una decisión. El querer de todos los sectores ciudadanos de Armenia tiene que ver con la presencia de funcionarios incapaces de actuar contra la moral pública. El diario acontecer de la ciudad en el sector público le produce estrés a los ciudadanos esposados con las cadenas utilizadas para azotar frecuentemente el cuerpo y la infraestructura del municipio de Armenia. Por eso hay que ejercer una meticulosa fiscalización a todos los actos oficiales del municipio, porque no de otra manera se llega a la confianza que los gobiernos necesitan de la sociedad a la que representan y a la población que gobiernan.
Servigenerales defendió esta semana a través del gerente jurídico de la empresa y de otras de la organización Tulio Eduardo Sarmiento, lo que para esta empresa privada constituye un avance de proporciones superiores en la ciudad, en lo que tiene que ver con el aseo. Valdría la pena que se diera un gran debate público dentro de la mayor altura y con el respeto que todas las partes se merecen.
En Armenia circulan versiones según las cuales en la misma ciudad hay conocedores del sistema, de la ley 142 y en general de las normas que regulan desde lo jurídico, la forma como se tienen que prestar los servicios y el derecho que tienen empresas privadas de ofertar profesionalmente la prestación de esos servicios, que no pueden ser solamente barrer las calles, hay que hacer una recolección correcta y eficiente de las basuras, con puntos para la disposición de esos residuos adecuados conforme a las normas sanitarias que contrarrestan los problemas de salud por falta de previsión.
En Armenia hay que cuidar los árboles y los prados; hay necesidad de promover programas de cultura social, especialmente la de no basura. Esos servicios idóneamente prestados, es probable que tengan sus dificultades y obviamente para que se puedan ofrecer con eficiencia tiene que contarse con una infraestructura adecuada y con una necesaria experiencia, pero tampoco quiere decir que por esa razón no pueda llegarse a la conformación de una empresa de la región dispuesta a la prosperidad del Quindío y la prestación de unos servicios óptimos y de calidad para que no sean rechazados por la ciudadanía.
Lo que no se puede es jugar al aventurerismo. Las propuestas deben hacerse enmarcadas en criterios transparentes. Lo primero que se debe restablecer —e insistimos hasta la saciedad— es la transparencia de los actos y las decisiones públicas. Hoy de todo y de todos se sospecha, empero el remedio que la ciudad necesita tiene que estar exento de incredulidades. La desconfianza hay que superarla partiendo de la base de la seriedad y el respeto de todos por todos, y para el caso de los servicios públicos, bajo el criterio y la seguridad de poder hacerlo bien. Bienvenidas las propuestas honradas, para la prestación de algunos servicios públicos en Armenia. No se puede bajar la guardia, por el contrario tenemos que ser vigilantes. Las escopetas de regadera son un peligro.
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