La seguridad es asunto de todos. Debe existir espíritu solidario en cualquier comunidad porque no se puede pretender responsabilizar a uno de los actores, cuando los demás simplemente esperan con indiferencia la protección y el acompañamiento.
La apatía ciudadana es cobarde; pero hay espacios de espacios y responsabilidades de responsabilidades. Desde que se terminó la apertura de la carrera quince, que bordea el campus de la universidad del Quindío, se han presentado numerosos actos delictivos, robos, atracos a estudiantes, docentes, administrativos amén de otros ciudadanos que transitan por esa vía y en general por los predios del alma máter.
Hace dos días, por ejemplo, a las once de la mañana atracaron a un estudiante, intimidándolo con arma de fuego y así, son varios los eventos de ese estilo que, cada vez con más frecuencia, suceden en los alrededores de la universidad ya sea de día o de noche; recordando que la jornada académica se extiende hasta las diez de la noche asunto que agrava más la situación. Según me han comentado, la institución universitaria ha puesto en conocimiento de las autoridades, en más de una oportunidad esta inquietante situación y al parecer, la respuesta va en la vía de pedirle al alma máter mayor vigilancia.
La universidad tiene su cuerpo de vigilantes, en su interior, que incluso hacen rondas y están pendientes hasta donde es posible y sus funciones lo permiten, pero eso no exonera a la autoridad de actuar como le corresponde, porque lo que sucede en la vía pública no es responsabilidad de los vigilantes de la universidad; eso atañe, creo yo, a la autoridad policial que obviamente debe contar con el apoyo de todos.
Me atrevo a sugerir, respetuosamente, se tome en serio este problema: la cantidad de personas, no solo concernientes a la universidad, que habitan en el sector, la afluencia de jóvenes, de personal administrativo, de personal docente, desarmados, indefensos, que van a laborar en la institución educativa, la densidad de población que transita día y noche por el sector merece una respuesta efectiva de la autoridad para proteger su integridad, lo cual es mandato constitucional.
Considerar la instalación de un CAI y un patrullaje constante por toda la zona, cada vez más peligrosa, podría ser parte importantísima dentro de las medidas para neutralizar a los delincuentes que parecen sentirse muy a sus anchas en este sector de la capital quindiana.
Hay que reconocer la dificultad de la policía para atender cada necesidad; hay que insistir en el compromiso de los ciudadanos para informar, denunciar, crear redes de protección. No se trata de “echarle el agua sucia” a nadie; sin embargo en este caso puntual es urgente advertir que, si las autoridades no se comprometen seriamente, el tigre se va crecer y cada vez será más difícil dominarlo. Señora alcaldesa, señor comandante de policía, por favor, es muy importante no dilatar este asunto y de verdad, hacer presencia sin bajar la guardia: esta es una zona estudiantil, residencial, comercial que está siendo azotada cada vez más por el hampa.
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