Es la semana en la que se conmemora la pasión, muerte y resurrección de Jesús. Antes, los más destacados oradores católicos en Colombia abordaban con profundidad los problemas del hombre, las angustias de la sociedad por la pobreza y la miseria humana.
Frente a las dificultades aumentadas en esta época de avances tecnológicos y del saber en medio de la descomposición social, del crimen y la corrupción, se espera que obispos y sacerdotes en general insistan durante los días de esta Semana Santa en la necesidad nacional de restaurar la dignidad como el mayor mérito y condiciones de todos los colombianos. La familia está en crisis. Hay huérfanos de padres vivos que se debaten en la soledad y que viven entre la zozobra y la desesperanza sin entender ni saber que está en avance la destrucción de sus propias vidas.
Miles de jóvenes en el mundo necesitan que con esmero y prontitud los líderes políticos, la iglesia, la familia y la sociedad en general diluciden el asunto y lo enfrenten para que el porvenir de la humanidad sea esperanzador y para que la juventud de hoy pueda acceder a la noble causa de la prosperidad moral y espiritual en contraposición a un tiempo desgarrador que descompone y arruina.
La situación social del Quindío, el aumento de la pobreza, los tormentos que agobian a niños, jóvenes, adultos y ancianos no pueden mantenerse por la indolencia y desinterés de quienes están en la obligación de liderar con entereza una y mil batallas si se quiere contra los males que atormentan y acongojan a la sociedad. La clase política se desentiende de los problemas porque es absolutamente incapaz de medir las consecuencias de la descomposición, la corrupción y la miseria. Actúa solamente por la defensa de sus propios intereses, pero ignora la tristeza que muerde el alma de los pobres que nada han tenido, pero que aún así, mantienen viva la esperanza.
No hay quien apoye a los que todavía se conmueven por el aspecto lastimoso de un pueblo inerme, de campesinos sin campo para cultivar, de obreros sin obras en las cuales trabajar, de padres de familia desempleados con los ojos abiertos buscando ver a Dios para mostrarle las arrugas del corazón acongojado y triste de los desdichados sin fortuna.
Varios miles de nuestros conciudadanos en el Quindío están en riesgo por la crudeza invernal que se presenta. Más de cuatro mil familias en suma, están amenazadas sin que eso conmueva a políticos que en campaña no ven más allá de la conveniencia electoral; empresarios especializados y exponentes del sistema que irrumpió sin principios, valores o ideas, al comercio que compra y vende los sufragios ciudadanos. Estos no saben que los pobres caminan con los pies descalzos hacia Dios.
Los dos días de guarda en la Semana Santa, lo son hoy Jueves Santo y el Viernes Santo, propios para la reflexión, para centrar el pensamiento en los problemas y necesidades de la sociedad, hasta encontrar en atenta consideración el camino por el que se pueda conducir el alivio a las angustias colectivas.
La Crónica del Quindío invita a participar con fe en los actos conmemorativos de la vida, pasión y muerte de Jesús.
Mañana será la crucifixión: “Tres de la tarde. El Gólgota parece/ la sombra de un gigante en agonía. / Sobre un rústico lábaro oscurece / la antorcha que encendió la luz del día. // La irresponsable turba palidece / presa de colectiva cobardía, / y sobre un tallo de dolor florece / la sangre de la nueva profecía. // Hora de vencimiento y de conquista / hora solemne en que el supremo artista / muere de un sarpullido de claveles//.
Hora en que se arrodilla el universo, / y hay un llanto de sombra en el verso / y una sombra de llanto en los pinceles/. Otro canto del poeta J. Robledo Ortiz, el bardo costumbrista que un día vino de Antioquia para transmitirle al Quindío un canto en himno lleno de sueños, valores y esperanzas, pero también un canto de fe, amor y de confianza.