Autor: Roberto Estefan Chehab. M.D.
Riqueza no es sinónimo de dinero, el dinero no es un marcador de éxito. Muchos arquetipos sociales que parecen deslumbrar no son más que sofismas distractores mal interpretados, conducentes a la oscuridad de un estilo de vivir impregnado de mentiras y falsas necesidades, falsos amigos, falsos ídolos.
Tener locuacidad, hablar duro no significa tener razón; estar empoderado para cumplir algún encargo directivo no es equivalente a omnipotencia; aun cuando moleste aceptarlo, nada es más antipático e inadecuado que un individuo con ínfulas de superioridad, porque una cosa es tener autoridad en una disciplina, como producto de un trabajo constante y honesto y otra cosa muy distinta es creer sabérselas todas, volverse el juez de todos y calificarlo todo, asunto que raya en lo absurdo.
La humanidad hasta hoy, sigue buscando las mismas respuestas, lo que a mi parecer, seguirá siendo motivo de constante desvelo en las generaciones venideras pues, también a mi parecer, intentar igualarse a Dios no conduce a nada distinto que a la frustración. Y por eso fastidia mucho cuando aparecen personas que se sienten “diosesitos”, mirando por encima del hombro a sus congéneres, intentando imponer su pensamiento o su voluntad, su opinión, su visión. Y más triste observar en esa procesión a todo un séquito de aduladores que sin recato alguno dan vítores autistas, alimentando el fuego del megalomaniaco de turno que, además, se lo cree.
¡Qué comedia es la comedia humana!, qué cantidad de escenas llenas de peligrosas manifestaciones de astucia. Cuántos abrazos sin sentimiento, cuántas manifestaciones de solidaridad sin compromiso, cuántas promesas sin fundamento ni posibilidad de cumplirse. El ser humano no debería apartarse de lo sencillo, lo fundamental, lo básico o, al menos, no debería cambiar esas cualidades por otras premisas negativas que al confundirse con las necesidades de poder y riqueza llevan al caos moral de la sociedad.
La corrupción, que a nivel mundial es hoy la gran protagonista, tiene en esa comedia uno de sus mas importantes pilares. Hablar de valores se está convirtiendo en una profunda discusión académica donde para todo hay sesgo, una explicación, una justificación; eso creo yo, significa crisis y en este mundo globalizado, en el cual la identidad cultural de los pueblos se difumina cada vez más rápido, la humanidad se está quedando sin bases en las que soportar, con seguridad, ninguno de sus procesos.
Los intereses económicos determinan las normas, la conducta e incluso la orientación de lo ético, que termina disfrazada de comodín. La educación básica, la de la casa, la de los primeros ejemplos, debe mantenerse bajo preceptos que den un encuadre garantizando, más adelante, protección al adulto para que en sus relaciones e interacción con el mundo, respete, valore y practique la humildad, teniendo criterio y suficiente fuerza que, sin sofocar la discusión, el cambio, el progreso, blinden el proceso disminuyendo la posibilidad de perderse en la ruta, confundiendo el verdadero significado de riqueza, valor, humanidad.
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